Tus caricias se esconden de mi piel
que las busca incansable por la noche,
distraída, en el brillo de algún coche,
donde vendes tu cara más infiel.
Solo a veces te espero en la ventana
a que dejes caer lo que ha sobrado,
que no en balde aguantarlo te ha costado,
para cuidarlo fiel hasta mañana.
Y así estar de estreno cada día,
que no cueste que aflores la hermosura
que te labras así tu media-vida,
para luego esperarte en la afonía
de quien sufre en silencio tu clausura;
tu estás de vuelta y yo emprendo la ida.
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