lunes, 14 de junio de 2010

Cazador de gorriones

Disfrazarme de pálidos harapos
de hojalatas, cristales y galones,
trafallar con espejos y jirones
de la imagen odiada de tus trapos.
Cabalgar con montura repujada
sin sentir el calor de mi caballo;
amar la flor y repudiar su tallo
como práctica vil y falseada.
Los dóciles gorriones comerán
de mis manos vacías, sin alpiste.
Sin caer en la cuenta del despiste
a entregarme sus almas volarán.

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