domingo, 20 de enero de 2019

Paseo


Sobre la estrella de los vientos me detengo. El sol calienta mi espalda y la brisa de finales de enero me apacigua.
Veo gente paseando no muy lejos, entre la maleza que rodea mi posición, junto al observatorio legendario, impasible al devenir del tiempo y a la expansión del espacio.
Sobre la estrella de los vientos espero su llegada consciente de que es muy posible que hoy no sea el día, ni éste el lugar indicado. Me he perdido en un mar de miradas y ya no distingo la luz de los ojos limpios de aquellos que no dicen nada. Un conejo pasa precavido a mi lado, se refugia entre los matorrales y se pierde, como mis esperanzas de hoy.
A veces siento que todo marcha bien y a veces, solo quiero dormir eternamente. Me alcanzan señales que no consigo retener, luces que se muestran a lo lejos en breve destello, fugaces muestras de lo posible, de los quizás y de los ojalá. Suspiran las almas por hallar donde reposar sus miedos, por obtener trincheras que los protejan de la metralla que sin remedio nos lanza la realidad, en otras almas igualmente heridas. Y en ese camino de búsqueda me encuentro, como infante el día de pascua, sin huevo a la vista.

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