En este mar tan revoltoso y fiero
que nos derrota y nos alegra el día,
nuestro querer combate y porfía;
y en la batalla, por los dos, yo muero.
Yo muero un día y al otro también,
que no da tregua este morir en vida,
que me azota desnudo, tú vestida,
y me deja en el frío de tu andén.
De tu andén me despido así, desnudo,
a buscar mi disfraz de resignado
y a seguir ignorando las heridas
las heridas que van soltando el nudo
que me une con tu páramo, abnegado,
cementerio obligado de mis vidas.
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